martes, 9 de febrero de 2016

Sobre cómo al ser mamá renació una heroína para mí

Mi mamá y yo con Rodri recién nacido

Antes de ser parte de este maravilloso club solía escuchar de todas las mamás que conocía la famosa frase: "espera a que tengas hijos y verás", especialmente cuando muy inocente y, también ingenuamente, opinaba sobre alguna situación con algún hijo ajeno, en donde no entendía la decisión o la postura que habían tomado sus padres frente alguna situación particular o conflicto. Pensaba que de alguna manera, al tener hijos, mágicamente vendría la sabiduría, bajaría del cielo el tan esperado "Manual para Padres", ese que ojalá nos entregaran en la clínica junto con el muchachito. Pero no, obviamente no fue así... Y les confieso que aún, en mis cortos meses como mamá, estoy descifrando ese mensaje. Por ahora lo que sí entiendo claramente es la fuerza del amor más puro, más fuerte que te transforma, te renueva, te hace cuestionarte y querer ser mejor persona, sólo para mostrarle a tu hijo con tu ejemplo, lo que predicas con palabras.
Otra cosa que también me quedó clara, casi desde el instante uno que empecé el trabajo de parto, es lo mucho que quiero y admiro a mi mamá. Creo que en mi vida había podido empatizar tanto con alguien como a partir de aquel momento, y en la medida en la que fueron pasando los días en mi experiencia como mamá de Rodrigo, ese sentimiento se hizo cada vez más fuerte y contundente. Nunca se lo he dicho directamente, aunque creo que en cada conversa, en cada silencio, en cada ataque de desesperación, cuando ella estuvo ahí para mi... Le agradecí a Dios el tenerla en mi vida, pero sobre todo, plantearme la firme convicción de tratar de ser cada día una mejor hija para ella sabiendo, ahora sí en carne propia, por todo lo que pudo haber pasado desde que decidí llegar a su vida. 
Mami, estas líneas son para ti:
- Primero que nada GRACIAS por decidir traerme al mundo. La situación no fue para nada la más idónea, las condiciones tampoco. Pero el hecho de que tuvieras la valentía de seguir adelante contra viento y marea, para mi solo refleja tu espíritu noble y luchador. Parece una tontería, pero yo pude haber sido una estadística más y gracias a ti, hoy soy un ser humano que tiene la maravillosa oportunidad de disfrutar de las cosas buenas de la vida.
- Sé que me criaste de la mejor manera posible y con las herramientas que para entonces conocías y eran válidas para ti.  Aunque hoy las cosas hayan cambiado o se planteen esquemas alternativos, siempre voy a agradecer que los recuerdos de mi niñez están repletos de besos, caricias y abrazos de tu parte. Siempre te he definido como una mamá cariñosa (también regañona jejeje) pero el cariño que me demostraste (y aun me demuestras) prevalece por sobre todas las cosas.
- Eres valiente. Parirme sin anestesia? Simplemente eres lo máximo!!!!!!
- Entonces no lo entendí, hoy puedo ver el panorama mucho más claro. Eres una dura mamita. Sacar adelante a dos muchachos bien sea vendiendo tupperware o atendiendo pacientes como loca para que nos nos faltara nada a mi hermano y a mi, es de grandes. Aprovecho también de agradecer acá a todas las personas que te acompañaron y te dieron apoyo y sostén durante esos años para que eso fuera posible. Ellos saben quienes son, para ustedes mi eterno agradecimiento.
- Gracias por darme junto a papá al mejor hermano del mundo! y por hacerme parte de su vida.
- Hoy que soy mamá, sólo puedo imaginarme cómo te pudiste haber sentido con la partida de Milagros José. Me hubiese gustado ser más grande en ese entonces para entender la dimensión de las cosas. Seguramente te hubiese abrazado hasta que mis brazos se durmieran, hubiese llorado contigo y me habría quedado en silencio junto a ti, solo acompañándote en tu dolor (en lugar de preguntarte a cada rato por mi hermana). No tengo palabras para describirte frente a esta situación. Una vez más, solo recuerdo a una mami amorosa, quien a pesar de estar pasando por esa horrible tormenta, hizo todo lo posible por hacerme sentir bien, que no alojó en su corazón rabia o tristeza que pudiera permear a mi. Me encantaría tener tu fortaleza y semblante. Creo que a veces ni tu misma te has dado cuenta de lo maravillosa que eres y de la fuerza de espíritu que tienes. Eres especial mami.
- Sé que en algún punto nos fuimos dando tumbos por la vida, momentos donde no congeniamos para nada, donde éramos como agua y aceite. Hubo épocas duras, en donde estoy segura de que ambas nos cuestionamos mutuamente. Pero eso también me sirvió para verte humana y entender otras dimensiones de tu vida. Sé que para ti no debió haber sido fácil, porque tampoco fue que te lo hice vivir de las mil maravillas. Sin embargo hoy estamos aquí, yo para ti y tú para mi que al final es lo importante.
- Sé que como mamá has hecho muchos sacrificios para tratar de darnos lo mejor a mi hermano y a mi. De algunos tengo conocimiento, de muchísimos otros estoy segura de que no. Hoy quiero darte las gracias por todos y cada uno de ellos. Ojalá podamos, tanto Jesús como yo, retribuírtelos en vida.
- Para finalizar, quiero primero pedirte disculpas por todas las veces que pude haberte hecho sentir mal o donde te cuestionaras tu rol de mamá o a tu persona. Haz hecho un trabajo excelente, especialmente porque viene desde el amor, nunca dudes de ello. Sé que, aunque seguiremos teniendo nuestras diferencias (si no, no fuésemos mamá e hija), permaneceremos unidas gracias a lo que hasta ahora hemos construido. Hoy más que nunca estoy segura que tomé la mejor decisión al haberte seleccionado como mamá... y sabes qué? lo volvería a hacer una y otra vez. 

Gracias Rodri por llegar a mi vida y por hacerme recordar que no necesito imaginarme una heroína como la de los comics, ya tengo una de carne y hueso y la llamo MAMÁ. Los quiero al infinito y más allá.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Sobre cómo sobreviví al primer mes como Mamá

Rodrigo con días de nacido
En algún sitio leí que las cosas maravillosas de la vida llegan como un torbellino, repentina y súbitamente a ponerte todo en desorden y patas arriba, para luego calmarse y dejarte todo diferente en el camino, pero para mejor. Así ha sido el convertirme en Mamá. Cuando me preguntan siempre he dicho y aún mantengo que yo nunca dimensioné como cambiaría mi vida, mis relaciones, mi ser, todo mi yo con la llegada de Rodrigo. Vives el embarazo con una ilusión muy linda, te informas, lees, te documentas y las cosas pasan bastante parecidas a lo que esperas. Pero, cuando la criatura sale de la panza... no hay curso, universidad, consejo, video que nos prepare para el maravilloso caos que se aproxima, cada quien aprende desde la experiencia que le toca vivir y menos mal que es así, porque estoy segura de que si de alguna manera nos prepararan con vivencias reales de lo que se avecina al ser padres, apuesto a que más de uno, sólo por esa primera impresión, se echaría para atrás y postergaría el asunto. No quiero con esto tildar la experiencia de negativa, nada más alejado de la realidad. Para mi convertirme en mamá y estoy segura de que para Gustavo en papá, ha sido lo más hermoso que nos ha sucedido, pero como todo camino, ha tenido sus baches, huecos y tumultos, tanto en lo personal como en nuestra vida en pareja. TODO, absolutamente todo cambia con la llegada de un chipilín de 51 cms y 3.240 kilogramos. Jamás imaginé que un ser tan pequeño generara tanta revolución.

Quizás como fue una época impreganda de muchísimos cambios, es que me tardé un poco en organizar las ideas para este post, tratando de recordar esos días (hace apenas 5 meses de ello) que me iban viniendo como flashes a la memoria. Créanme que no porque no hayan sido relevantes. Creo más bien que mi cabeza se va llenando de las cosas más lindas y satisfactorias de la maternidad y va dejando a un lado aquello que, aunque duro, es necesario porque quizás te costó un poco más aprender y superar. Seguramente es por esto que muchos decidimos ser padres nuevamente, nos da amnesia de lo retador (creo que es la palabras más políticamente correcta) que es la experiencia, sólo por el hecho de que los resultados superan por millones lo que nos cuesta. 

El primer mes como mamá fue mi experiencia modo "Survivor", "Operación Robinson" o cualquiera de esos programas en donde te ponen en situaciones realmente extremas, sólo que aquí no estaba en juego dinero, sino el bienestar de Rodrigo y mi propia cordura. Hago un paréntesis aquí para decirle a todas las mamás que tuvieron cesárea que son unas duras y tienen mi admiración y respeto. Vivir lo que nos toca vivir recién paridas y además con la incomodidad y dolor de una operación es definitivamente de guerreras. 

Siguiendo con mi historia, en mi propio programa de supervivencia tuve que pasar por varias pruebas. Me inicié obviamente con el no poder dormir. Sí, eso me lo repitieron hasta el cansancio: "duerme porque después no volverás a dormir". Mi debut maternal fue con 24 horas corridas despierta. Si recuerdan, rompí fuente a final de la tarde, Rodri nació a la 1:15 a.m. y se imaginarán que fue la felicidad la me mantuvo despierta hasta las 4:00 pm. Mi última siesta había sido hasta las 03:30 p.m. del día anterior. Sin duda, de haber sabido que al día siguiente el bebé estaría fuera de la panza, hubiese dormido bastante más. Luego de eso, mis episodios de sueño se redujeron a períodos de 3 horas, no más de eso, porque el bebé debía comer, además que más nunca fue el mismo sueño... de uno profundo y reparador, pasó a ser lo que bauticé como un "sueño vigil" en donde al más mínimo ruido, susurro, movimiento, te despiertas.  Hoy las mamás con mayor experiencia me dicen que recuperaré mi sueño maravilloso cuando Rodri sea adulto... Siendo así doy gracias por haber disfrutado mis primeros 31 años de sueño placentero. Mientras tanto, puedo decir que el cuerpo sabiamente se ajusta a las cosas nuevas de la vida.

La siguiente prueba consistió en tratar de mantenerme consciente del tiempo y del espacio. El nivel de desborde y de abollamiento era tal que en algún punto no tenía idea de si era de día o de noche y ni esperar que pudiera decir qué fecha o día de la semana era... La sensación era la de estar como autómata en la vida, como un robot, tratando de seguir una rutina, para más o menos llevar un día medianamente organizado. Ni hablar del lujo de bañarse, acicalarse, arreglarse, peinarse o, si quiera, cepillarse los dientes. Creo que fueron al menos dos días seguidos en donde no pude bañarme, ni contar con quitarme la pijama. En este punto me pregunté cómo pueden hacernos creer que cuando nazca tu bebé vas a lucir como las mamás de los comerciales de televisión o de productos infantiles?. Las mamás de verdad (especialmente las primerizas), recién dadas a luz somos despeinadas, desarregladas, ojerosas, con cara de no haber dormido en días, somos unas "Mombies" (el término lo tomé de una publicación que circula en redes sociales)... admiro a aquellas mamis que pueden sacar un tiempito y medio acomodarse... yo genuinamente no logré hacerlo, salvo contadas ocasiones por compromisos sociales... de resto, parecía Escarlata en su mejor época (para quienes no conozcan el personaje googleen "Perolito y Escarlata"). Creo que si las empresas mostraran en sus publicidades a las "real moms" en estas condiciones... las ventas seguramente se incrementarían.

Aprender a amamantar a libre demanda a Rodrigo fue, sin duda, una de las más extremas, tan extrema, que se merece un post aparte que les compartiré más adelante. Aunque nosotras creemos que por nuestra misma condición mamífera, por nuestro instinto, apenas tengamos al bebé en brazos vamos a amamantarlo sin problemas y va a ser una de las experiencias más sublimes de la vida, lo cierto es que el asunto es un poco más complicado y, para llegar a eso que nos imaginamos, hay varias cosas que aprender y entender, pero sobre todo, estar plenamente convencida de que esto es lo que quieres ofrecerle a tu hij@. Sólo de esta determinación sacas la confianza en la capacidad de tu propio cuerpo, las fuerzas y la energía necesaria para hacerlo y a libre demanda, sin horarios, sin cantidades, sólo guiándote por lo que te va diciendo el bebé. En mi caso, no tuve problemas con la producción, más sí con la técnica del agarre (sí, existe una técnica para poder amamantar correctamente y que no duela). Hubo lágrimas, desesperación, muchísima frustración... pero con el apoyo necesario, como les dije, la propia convicción y la asesoría adecuada, aprendimos a manejarlo y fluyó. 

La de entender el llanto de Rodri también estuvo interesante. Era un bebé llorón (no podía ser de otra manera si sólo así se comunican ellos no?). Cambiarle los pañales, bañarlo, ponerlo en la cuna o moisés, el hambre, el frío, el calor, los gases... muchas cosas hacían llorar a mi pobre principito. Cuando no duermes bien y te das cuenta que no tienes tiempo ni para mirarte en el espejo o comer por tus propios medios, escuchar el llanto de tu hijo y no saber por qué lo hace es simplemente abrumador, al punto de que lloraba también con él, además sintiéndome la peor mamá del mundo (para serles honesta perdí la cuenta de cuántas veces me sentí así ese primer mes). En este punto fue clave poder contar con el apoyo de Gus, quien aunque estaba tan neófito en el asunto como yo, podía ver las cosas desde otra perspectiva y hacerlas distinto a como yo las venía haciendo, obteniendo muchas veces resultados positivos con el bebé. Recuerdo que en la primera semana, en uno de estos momentos de crisis al verme al borde de la desesperación, me invitó a hacer mercado. Nunca pensé que ir a hacer mercado me haría tan feliz, me sentía en Disney, sólo por el hecho de despejar la mente, ver otra cosa, de algún modo sentir que hacía algo en donde me sentía segura de lo que hacía, porque sí, cuando eres mamá primeriza eres un bulto de inseguridades y miedos con piernas y pies. La primera vez que sostienes a esa cosita mínima vives muchas emociones al mismo tiempo, pero sobresalen especialmente dos: el amor infinito, como nunca antes lo habías conocido... como no sabías que tenías capacidad de sentir... como no te imaginabas y no te prepararon que ibas a conocer, seguido de un profundo miedo de "más o menos ahora qué hago", ya la criatura está fuera de la panza y ahora sí hay que atenderla, ya no es la molestia de tener que dormir de lado porque el barrigón no te dejaba respirar o las múltiples veces que tuviste que pararte (a veces correr) al baño para que tu vejiga no te jugara una mala pasada... ahora está en vivo y directo pidiéndote sólo a ti mami que lo cuides y lo protejas del mundo totalmente desconocido a donde acaba de llegar, una responsabilidad muy grande para cualquier ser humano. Les confieso que durante este primer mes algunas veces pensé que me devolvieran a Rodri un ratico más para la panza para tener un tiempito para descansar... Un tiempito más para mi... 

Esto me lleva a compartirles la prueba más dificil que transité y aún transito, la de la entrega total y plena a este nuevo ser. Cuando te conviertes en Mamá mutas, te transformas, te renuevas, te desdoblas, te redefines, renaces, te conviertes en otra persona, en un antes y un después. Este proceso va acompañado de un tanque de emociones y hormonas que muchas veces nadie sabe explicar y mucho menos manejar. Sin embargo, algo que permanece inalterado es la necesidad imperiosa de que toda "tú" te dediques con todo tu ser y tu alma a tu hijo, lo cual te lleva a hacer cosas que jamás pensaste que serías capaz de hacer, de sobrellevar, de superar... esquemas, paradigmas, nociones, creencias, ideas de cómo "debe" ser la forma de criarlo se van a la basura y "salen" formas propias con sólo escuchar lo que tu cuerpo materno ahora te dice muy sabiamente. Creo que de esto se trata el "instinto materno" de la conexión con nuestra naturaleza más primitiva que activa los mecanismos básicos de protección para la supervivencia del bebé. Muchas veces las cosas que este instinto te impulsa a hacer van en contra de lo "tradicional" y te encuentras además en conflicto con tu entorno, lo cual ligado a la bomba emocional que eres en este momento, decanta en conflictos, malentendidos, confusión. Es un momento bien dificil para nosotras las mamás. Ahora entiendo por qué le dicen a este período "Puerperio" sólo lo complicado y raro del nombre debería darnos luces de lo que se vive en ese momento.

Pero como les asomé al principio, no es sólo a mamá a quien le cambia la vida, a papá también. En nuestro caso, como estoy segura que en muchos otros, mi atención desde entonces se centró en Rodrigo quedando Gustavo y nuestra vida en pareja totalmente desplazada. Es un proceso normal, esperable, pero dificil para ambos. No en vano dicen que la prueba más dura cuando se tienen hijos es que el matrimonio de papá y mamá perdure. No es fácil y hasta que no lo vives en carne propia no puedes empatizar tanto con el uno como con el otro, porque las necesidades de ambos son totalmente legítimas y valederas. Es cuestión de mucha paciencia, de superar inmadureces ambas partes y sobre todo, de recordarse mutuamente para qué fue que decidieron traer al mundo a un bebé. En mi caso, Gus me ha tenido mucha paciencia... Y yo también a él. Hemos madurado juntos en este transitar y aunque aún queda tela que cortar, estoy feliz y agradecida por ir de la mano con él en este camino de la vida.

Que ¿Cómo sobreviví al primer mes de Rodrigo? La verdad creo que mucho tuvo que ver el estar rodeada de gente que te quiere y que te sirve de apoyo incondicional. Hay algunas en especial que voy a mencionar. Como ya les dije, Gus por tener la habilidad y la capacidad de atajarme cuando estoy cayendo o a punto de tirar la toalla... Siempre permanecerán en mi memoria tus abrazos en mis momentos desesperación y tus palabras de ánimo repitiéndome que Rodri tiene a la mejor mamá del mundo. La paciencia y el encargarse de las cosas de la casa y de Fito y Kia por parte de mi Mamá y mi hermano por el tiempo que me acompañaron ese primer mes, así como por las múltiples conversaciones con Mamá en momentos críticos, los trasnochos que pasamos juntas, el encargarse de las sorpresas de Rodrigo para que yo descansara un poquito. Mi suegra por todas las veces que con todo el amor del mundo y a pesar del cansancio de la semana, nos visitó para acompañarnos, dejarnos algo de comer o  traernos comida, y por siempre estar dispuesta a ayudarnos en los que necesitáramos, sin importar hora o día. Al grupo de Mamás por whatsapp, no saben lo tranquilizador y reconfortante que fue saber que no era la única primeriza llena de miedos y temores, tenerlas como apoyo o simplemente leerlas aprendiendo de las experiencias de otras me ayudó a sobrellevar y manejar muchas dudas (a ustedes también les dedicaré una entrega especial en un próximo post). 

Cierro esta entrada compartiéndoles un video que me encantó desde que lo vi. De las mejores recopilaciones de recomendaciones que podemos escuchar quienes serán o ya somos papás por primera vez, aunque, como ya les advertí, nadie nos prepara para esto, especialmente para la número 1. Espero que lo disfruten.




jueves, 15 de octubre de 2015

Sobre cómo vino Rodri a este mundo...


Primero que nada, quiero agradecer a todos los que dedicaron su tiempo a leer mi primera entrada y, más aún, a dejarme un comentario, escribirme por whatsapp, llamarme o dejarme una nota de voz con palabras de ánimo para seguir adelante, escribiendo vivencias... ¡Espero que también disfruten la que estoy por compartirles!

Antes de arrancar con esta historia y para que me sigan en el cuento, es importante que aquellos que no han vivido de cerca un embarazo sepan que, aunque para el resto de los mortales, la cuenta se lleva en meses... para las mamás, papás y los obstetras, una vez que te enteras de que estás en la dulce espera, la cuenta se lleva en semanas. Un embarazo que llega a término es a partir de la semana 38 y puede extenderse hasta la semana 42 (contados a partir del día de la última regla de la mamá), siendo la semana 40 el punto medio de este período y la fecha a la que los doctores se refieren como "Fecha estimada de parto (FEP)". En nuestro caso la FEP era el 11 de Junio de 2015.

Rodrigo comenzó a dar señales de querer salir de la pancita desde la semana 35 y seis días. Sí, para nosotros también fue sorprendente. Esa semana, el miércoles 13/05, fuimos a consulta con nuestro obstreta y nos hace la ecografía de rutina. Luego de revisar que todo estuviera en orden: placenta, líquido amniótico, latidos de bebé, etc., tranquilamente nos dice: "este muchacho está posicionado, está bastante encajado, vamos a revisarte a ver cómo vamos". De la revisada salió que estaba dilatando y tenía ya 1 cm, es decir, ya había iniciado trabajo de parto. Luego de que el doctor nos asegurara que si el bebé solito estaba buscando salir, era porque ya estaba listo para hacerlo sin que representara riesgo alguno para él, caímos en cuenta que, cuando no tienes lista la maleta de la clínica, no has terminado de acomodar el cuarto del bebé, no te has hecho las fotos de la sesión pre-natal, que te digan que ya estás dilatando... es vivir el éxtasis en pleno y que te lanzan un balde de agua fría, sin advertencia, todo al mismo tiempo. Si a esto le agregamos que en la siguiente semana nuestro obstetra estaría fuera del país, sabes que es momento de tener una conversación muy sería y amorosa con tu hijo para convencerlo de que se quede en el hornito un poquito más de tiempo, mientras mami y papi terminan de organizar sus vidas para recibirlo y, hacerlo además, con el doctor con quien has construido una confianza plena desde el inicio del embarazo.

Otro paréntesis de "cultura embarazadística". Resulta que puedes estar en trabajo de parto horas, días, semanas... Desde que comienzas a dilatar, hasta que el bebé finalmente nace, hay un tiempo "X" que pasa y que varía de mujer en mujer. Gran parte de nuestro conocimiento en el tema lo debemos gracias a un curso pre-natal que hicimos Gus y yo con el equipo de Embarazarte, totalmente recomendado. Para papás primerizos como nosotros, un curso de este tipo, es una muy buena alternativa para calmar muchas ansiedades, pues aclaras muchas dudas y mitos en torno al embarazo y el nacimiento del bebé y, lo más importante, deja a papá y a mamá con las herramientas necesarias para afrontar el gran día lo mejor y más calmadamente posible. 

Volviendo a la historia..., aquella conversación de la semana 35 tuvo efecto en Rodri. Muy tranquilamente fuimos pasando los días, y cumplimos la semana 36 y la 37, con mamá sintiéndose muy bien y sin ninguna otra señal notoria de avance en el proceso. El sábado 16/05 tuvimos la sesión de fotos pre-natal bajo el lente de Mariale Parodi @parodighinaglia  y donde la protagonista fue La Panza. Nosotros estábamos de actores secundarios. Tomamos algunas ideas de fotos de Pinterest, bajo el concepto que quisimos desarrollar que fue poder tener un recuerdo bonito la barriga, el cual con mucha frescura fue captado por Mariale. Fito y Kia por supuesto nos acompañaron en ese día. Acá les comparto algunas fotos, que están en nuestro banco de favoritas.


El lunes 25/05 (semana 37 y 4 días) fuimos nuevamente a consulta. Para entonces ya andábamos todo el tiempo con las maletas en el carro, pues sabíamos que cualquier momento podría ser "el momento". El cuarto de Rodrigo también estaba listo. Sólo nos quedaban pendientes los recuerdos de "Gracias por venir a conocerme" que venían desde Puerto La Cruz, y que llegara su abuelita Celia (mi mamá) desde Punto Fijo para estar listos... listos!. Ese día, ya con 4 cms de dilatación no nos quedamos en la clínica, sin embargo sabíamos que estábamos muy cerca. Yo seguía sin "sentir" contracciones, por lo que tampoco es que podía tener referencia alguna de qué tan cerca estábamos. El acuerdo con el médico fue que si para esa semana no daba a luz por cuenta propia, el lunes siguiente, 01/06, inducíamos el parto.

Vale acotar acá que para nosotros, desde el inicio, la llegada de nuestro hijo sería por parto natural, no considerábamos la cesárea como primera opción, a menos que fuese médicamente necesario, por mi salud o la del bebé, lo cual fue previamente acordado con nuestro doctor. Por mi lado de la familia tengo una amplia historia de mujeres parturientas: mis abuelas, mi mamá, la mayoría de mis tías y primas ha parido a sus hijos, por lo que desde mi concepción es la opción natural de hacer llegar los bebés (los genes deben ayudar en algo no?). Nunca tuve miedo al dolor asociado, mis temores iban más por la capacidad de mi cuerpo de hacerlo, considerando el tamaño que ya venía mostrando Rodrigo en los ultimos ecosonogramas y mi contextura corporal. Siendo esto así, era cuestión de esperar a que el bebé decidiera que ya quería dejar la panza.

Cuando no tienes una fecha planificada de parto, tus días pueden ser tan cortos o tan largos como amanezca tu nivel de angustia. Recuerdo que tuve otra conversación amorosa con Rodrigo en donde le pedí que hicieramos el trabajo esa misma semana, porque mami no quería que le indujeran el parto, además que los niveles de ansiedad de papi en el trabajo eran complicados porque todos los dias debía dejar todo cerrado por si esa noche, era LA noche y ya no regresaba a la oficina sino 14 días después; eso sí, acordé con el bebé que aseguráramos que por lo menos la abuelita llegara esa semana. Para el miércoles 27, ya mi mamá tenía pasaje para el día siguiente y los recuerdos del nacimiento ya habían llegado. Finalmente estábamos preparados.

Ese día al final de la tarde, Gus y yo fuimos al supermercado más cerca de casa a hacer una compra. Ya listos para pagar y, viendo la cantidad de gente en las cajas, le sugiero que nos vayamos a la cola de la cafetería que suele ser más corta. Mientras esperábamos, pedimos un Mockachino para hacer tiempo. Nos entregan el café. En ese momento Gus se va a buscar algo en un pasillo, yo doy el primer trago y de repente siento un "plop" seguido de un agua caliente que empieza a recorrer mis piernas... Pues sí, había roto fuente en pleno supermercado a las 6:30 p.m.! En ese preciso instante estaba literalmente paralizada de la emoción, esperé a que Tavo regresara y le dije: "cielo, acabo de romper fuente". Supongo que fueron los nervios del momento porque lo que atinó a preguntarme fue: "estás segura? no te hiciste número uno?"...  Creo que mi cara fue lo totalmente clara como para que me dijera: "deja el carrito y vámonos"... y así lo hicimos (sí, nos fuimos sin pagar el café). Mientras Gus cancelaba el estacionamiento yo fui al baño a chequear que todo estuviera ok con el líquido amniótico. En el interín llamé al obstetra y le conté: "Freddy, rompí fuente", a lo cual me preguntó: "ya tienes contracciones?", "No" respondí. Benditas contracciones! Dos semanas en trabajo de parto y aún, para mi felicidad, no las había sentido. Acordamos que terminaríamos de llegar a la casa, me tomaría un baño y de ahí saldríamos a la clínica (en el curso que les comenté aprendes que no tienes que salir corriendo despavorido).

A partir de este momento Gustavo tomó el control de la situación, cosa que también aprendimos en el curso. Avisó a la familia, aseguró que Fito y Kia no se fuesen a quedar solos en el apartamento y, como le correspondía, empezó a contar el tiempo que transcurría entre mis contracciones. Sí, finalmente aparecieron y vaya que lo hicieron! Cada 5 minutos exactos venían. Que tus contracciones comiencen en intérvalos de 5 minutos quiere decir que íbamos bien avanzados en el proceso (normalmente te indican que cuando estén cada 10 minutos es que sales de casa). Llegamos a la clínica. Me hacen el ingreso, el doctor me revisa y para entonces ya tenía 7 cms de dilatación, eran como las 9 de la noche.  Entro a sala de parto y nos colocan monitores a mi y a la panza, para seguir mi ritmo cardíaco y el de Rodrigo durante el parto. Me suministran una dosis pequeña de anestesia, me revisan y ya íbamos por 8 cms. En ese momento el doctor nos dice: "tranquilos que a las 11 p.m. yo estoy en mi casa". 


Cuando ya estábamos en Sala de Parto. Última foto oficial con la panza. 

9:30..., 10:00..., 10:30... y yo aún con los 8 cms de dilatación, no había mostrado mayor avance en el trabajo de parto. En ese momento deciden colocarme pitosin para ayudar al proceso de las contracciones y seguidamente pedí que me colocaran más anestesia. Efectivamente el pitosin hizo que las contracciones fuesen más efectivas, pero también más dolorosas. Recuerdo que de fondo escuchábamos Beatles, que habíamos llevado para entretenernos, además que durante el embarazo también los escuchamos bastante y pensamos que sería una buena forma para estar relajados y que Rodrigo se sintiera en "ambiente". Había llegado a los 9 cms!

Aún con una pequeña parte del camino por recorrer, el doctor comienza a revisarme y se da cuenta que tengo una "pelvis platipeloide". Al parecer cuando se tiene ese tipo de pelvis, el bebé debe trabajar un poco más para pasar por el canal de parto. Él intenta hacer algunas maniobras para ayudar a Rodrigo en el camino, cuando de repente se detiene y me pide recostarme del lado izquierdo de mi cuerpo. El ritmo cardíaco de Rodrigo había bajado repentinamente de 150 lpm a 90 lpm, aparentemente porque el cordón umbilical se había aprisionado en algún segmento. El lapso que pasó entre colocarme hacia la izquierda y que los latidos de Rodrigo se regularizaran (que fue bastante rápido), fue el tiempo más aterrador que he vivido, nunca había sentido tanto pánico. Mil ideas pasaron por mi cabeza. Tratando de mantener la cordura y de que el miedo no se apoderara de mi, pues sabía que eso podía afectar significativamente el avance que ya teníamos, saqué fuerzas de no sé donde y logré decirle a Gustavo: "estoy nerviosa". Calmadamente me dijo: "tranquila mi vida que estamos en buenas manos, mira a Freddy él está tranquilo así que está todo bien, confiemos en él". La forma como me habló fue tan segura que respiré profundo y comencé a rezar. Poco a poco mis nervios se fueron apaciguando hasta que, luego de un rato, me vuelven a revisar... había llegado el momento de la verdad... teníamos los 10 cms.

Las contracciones son las que hacen que el bebé pase por el canal de parto y, el pujar  lo ayudan a salir al mundo. Cuando estás anestesiada no sientes del todo las contracciones, por lo tanto el proceso de pujar debe ser un poco asistido. Yo utilizaba un monitor que dibujaba cuando se acercaba una contracción. No recuerdo cuántas veces lo hice, sólo sé que en algún momento Gustavo me dijo con voz emocionada: "ya se le ve la cabecita", en ese momento supe que uno más y tendríamos al bebé con nosotros. Pujé con todas mis fuerzas y de repente escuché el sonido más hermoso del mundo, a nuestro Puchito llorando. Era la 01:15 a.m. del 28 de mayo, Rodrigo había nacido, justo el día que cumplía sus 38 semanas.


Primeras fotos de Rodri recién nacido con mami y papi

Gustavo me abrazó, me lo colocaron en el pecho, lo besé, le di la bendición y le dije a Tavo: "es peludito", parece hijo de Chewbacca pensé (perdón hijo, sí eras bastante peludito de recién nacido, las fotos no mienten). La neonatólogo lo revisó y se lo llevaron a retén con su papá mientras yo entré a la sala de recuperación. Después de un rato me llevaron a la habitación, Gus me esperaba. A los minutos nos llevaron a Rodrigo al cuarto, pues habíamos solicitado alojamiento conjunto. Finalmente, ya estábamos los tres solitos, como habíamos imaginado que sería... Sintiéndonos, conociéndonos con la mirada, con nuestra esencia, empezando a entendernos...  empezando a escribir un nuevo capítulo en esta historia... nuestra historia ahora como papás. 

No quiero cerrar este relato sin antes agradecer, primeramente a Dios por permitir que todo fluyese y terminase maravillosamente bien. En segundo lugar al equipo médico y de enfermeras del Centro Médico Docente La Trinidad, en especial a nuestro obstetra Freddy González por brindarnos la confianza suficiente para entregarle lo más sagrado que teníamos hasta entonces, el nacimiento de nuestro hijo. A nuestras familias por acompañarnos virtualmente esa noche, sus oraciones y buenas vibras estuvieron con nosotros siempre y finalmente, pero no menos importante, te agradezco a ti Gustavo por haberte encargado como lo hiciste ese día, por haberme dado la fuerza y la seguridad para seguir cuando más la necesitaba aunque tu alma, como la mía, también pendiera de un hilo en ese momento... fuiste mi roca, mi fortaleza, mi guía. Lo logramos!








miércoles, 7 de octubre de 2015

Hoy... hace un año...!!!

Esta entrada va con un día de atraso... Entre los quehaceres y atender al bebé, no me dió chance de compartirlo el propio 06 de octubre... pero aquí les va... 

Hoy... 06 de octubre, hace un año y con una prueba casera, Gus y yo nos enteramos que seríamos papás... Para ser honestos, aunque lo estábamos buscando desde hacía par de meses, no lo esperábamos, no tan rápido al menos... siempre escuchas las historias de parejas que tardan un poco una vez que se deciden y sí, también estábamos a la expectativa de si entraríamos a las estadísticas de quienes por diferentes motivos, deben recurrir a ayuda médica para quedar embarazados... sin embargo, cuando piensas que luego de casi cinco años de casados y que, por razones externas y ajenas a nuestra voluntad, habíamos decidido postergar eso de tener hijos... llegó en el momento perfecto!   


Para ese entonces habían varios proyectos en puerta para mi... inocente de lo que mi cuerpo ya albergaba, recuerdo que estaba en una clase de yoga (que recién había retomado) y la instructora nos dice que ofrezcamos la clase a una persona o situación especial. La ofrecí para que el camino que debía tomar se me despejara claramente... El mensaje no pudo llegar más contundentemente, cinco días después tenía un maravilloso positivo en mis manos. 


En esa misma semana, comencé un diplomado sabatino. Ese sábado 04, entre las respectivas presentaciones, estuvo la de una compañera quien dijo entre otras cosas, que no estaba segura de si estaba embarazada. Recuerdo que en ese momento sus palabras retumbaron en mis oídos, en mi estómago y no sé por qué me conecté con esa idea. Para el momento tenía un solo día de atraso, nada fuera de lo común, pero de alguna manera me inquietaba el hecho de que mi puntual período no hubiese aparecido y empecé a decirle a mi esposo que consiguiéramos una prueba de embarazo. Tavo, quien es bastante más relajado y escéptico que yo, me decía que uno o dos días de retraso eran totalmente normales (efectivamente lo son) que seguramente en par de días llegaba la visitante... pero yo insistí e insistí. El domingo 05 de octubre, fuimos a comer ceviche (el último que me comí durante unos cuantos meses) y no conseguimos pruebas en la farmacia... un día más de espera. Hoy recordando esos días, me doy cuenta que de alguna manera tu cuerpo y tu espíritu te dan señales de que algo está cambiando en tí, no sabes necesariamente qué, pero en lo profundo de tu ser sabes que algo está pasando. 


El lunes 06, luego de la oficina, Gus llegó con la prueba a casa que había conseguido en una farmacia SAAS, en Baruta (por alguna razón como que en la época había escasez). Abro el paquete, leo las instrucciones y, como toda primeriza nerviosa, hago un desastre en el proceso, pero finalmente lo logré. Cuento los minutos 1... 2... 3... me asomo a ver la prueba. Una sola rayita, es decir negativo. Me embargó la desilusión por un momento y tal cual proceso de negación, me fui a hablar con Gustavo a la sala convencida de regresar minutos después. Así lo hice y para mi sorpresa, una tenue segunda rayita se dibujaba en el minúsculo cuadrado de la verdad. No lo podía creer!. Con una risa bastante nerviosa le dije a Tavo que yo creía que había una segunda rayita. Él me dijo: "yo también creo" y en ese momento ambos estábamos sorprendidos. Rápidamente tomé una foto de la prueba y se la envié a mi prima que está en Australia y que recién había sido mamá a ver qué pensaba. Misma opinión.


Con un tercero certificándolo, como que la cosa sí es en serio! En ese momento sí fue verdad que una alegría indescriptible nos rodeó en la casa, al mismo tiempo que un miedo loco (por lo menos a mi) y que no sabía explicar. El puchito (como siempre nos referimos al bebé que tendríamos) llegaría en unos meses a volcar nuestra vida para siempre, claro está en el buen sentido de la palabra (para ese entonces no lo sabíamos jajaja, sobre esto les compartiré más adelante). Para recordar a futuro esta fecha, compartirlo hoy con ustedes y más adelante con nuestro hijo, nos tomamos una foto familiar de los 5, la primera que marcó el inicio de muchas otras que vinieron después.

Hoy un año después, puedo afirmar sin lugar a dudas, que ha sido la mejor noticia que hemos recibido. Hoy un año después, tenemos a nuestro tesorito en brazos, sano, feliz y pleno, con nuestras vidas cambiadas para siempre, nuestras caras con más ojeras, con nuestra casa un poco más desordenada y adornada de sus cosas. Hoy un año después, Rodrigo, el Puchito, sostiene en sus manos la prueba mensajera que nos dijo: Ya somos 3 humanos más 2 perritos en esta familia.