Primero que nada, quiero agradecer a todos los que dedicaron su tiempo a leer mi primera entrada y, más aún, a dejarme un comentario, escribirme por whatsapp, llamarme o dejarme una nota de voz con palabras de ánimo para seguir adelante, escribiendo vivencias... ¡Espero que también disfruten la que estoy por compartirles!
Antes de arrancar con esta historia y para que me sigan en el cuento, es importante que aquellos que no han vivido de cerca un embarazo sepan que, aunque para el resto de los mortales, la cuenta se lleva en meses... para las mamás, papás y los obstetras, una vez que te enteras de que estás en la dulce espera, la cuenta se lleva en semanas. Un embarazo que llega a término es a partir de la semana 38 y puede extenderse hasta la semana 42 (contados a partir del día de la última regla de la mamá), siendo la semana 40 el punto medio de este período y la fecha a la que los doctores se refieren como "Fecha estimada de parto (FEP)". En nuestro caso la FEP era el 11 de Junio de 2015.
Rodrigo comenzó a dar señales de querer salir de la pancita desde la semana 35 y seis días. Sí, para nosotros también fue sorprendente. Esa semana, el miércoles 13/05, fuimos a consulta con nuestro obstreta y nos hace la ecografía de rutina. Luego de revisar que todo estuviera en orden: placenta, líquido amniótico, latidos de bebé, etc., tranquilamente nos dice: "este muchacho está posicionado, está bastante encajado, vamos a revisarte a ver cómo vamos". De la revisada salió que estaba dilatando y tenía ya 1 cm, es decir, ya había iniciado trabajo de parto. Luego de que el doctor nos asegurara que si el bebé solito estaba buscando salir, era porque ya estaba listo para hacerlo sin que representara riesgo alguno para él, caímos en cuenta que, cuando no tienes lista la maleta de la clínica, no has terminado de acomodar el cuarto del bebé, no te has hecho las fotos de la sesión pre-natal, que te digan que ya estás dilatando... es vivir el éxtasis en pleno y que te lanzan un balde de agua fría, sin advertencia, todo al mismo tiempo. Si a esto le agregamos que en la siguiente semana nuestro obstetra estaría fuera del país, sabes que es momento de tener una conversación muy sería y amorosa con tu hijo para convencerlo de que se quede en el hornito un poquito más de tiempo, mientras mami y papi terminan de organizar sus vidas para recibirlo y, hacerlo además, con el doctor con quien has construido una confianza plena desde el inicio del embarazo.
Otro paréntesis de "cultura embarazadística". Resulta que puedes estar en trabajo de parto horas, días, semanas... Desde que comienzas a dilatar, hasta que el bebé finalmente nace, hay un tiempo "X" que pasa y que varía de mujer en mujer. Gran parte de nuestro conocimiento en el tema lo debemos gracias a un curso pre-natal que hicimos Gus y yo con el equipo de Embarazarte, totalmente recomendado. Para papás primerizos como nosotros, un curso de este tipo, es una muy buena alternativa para calmar muchas ansiedades, pues aclaras muchas dudas y mitos en torno al embarazo y el nacimiento del bebé y, lo más importante, deja a papá y a mamá con las herramientas necesarias para afrontar el gran día lo mejor y más calmadamente posible.
Volviendo a la historia..., aquella conversación de la semana 35 tuvo efecto en Rodri. Muy tranquilamente fuimos pasando los días, y cumplimos la semana 36 y la 37, con mamá sintiéndose muy bien y sin ninguna otra señal notoria de avance en el proceso. El sábado 16/05 tuvimos la sesión de fotos pre-natal bajo el lente de Mariale Parodi @parodighinaglia y donde la protagonista fue La Panza. Nosotros estábamos de actores secundarios. Tomamos algunas ideas de fotos de Pinterest, bajo el concepto que quisimos desarrollar que fue poder tener un recuerdo bonito la barriga, el cual con mucha frescura fue captado por Mariale. Fito y Kia por supuesto nos acompañaron en ese día. Acá les comparto algunas fotos, que están en nuestro banco de favoritas.
Vale acotar acá que para nosotros, desde el inicio, la llegada de nuestro hijo sería por parto natural, no considerábamos la cesárea como primera opción, a menos que fuese médicamente necesario, por mi salud o la del bebé, lo cual fue previamente acordado con nuestro doctor. Por mi lado de la familia tengo una amplia historia de mujeres parturientas: mis abuelas, mi mamá, la mayoría de mis tías y primas ha parido a sus hijos, por lo que desde mi concepción es la opción natural de hacer llegar los bebés (los genes deben ayudar en algo no?). Nunca tuve miedo al dolor asociado, mis temores iban más por la capacidad de mi cuerpo de hacerlo, considerando el tamaño que ya venía mostrando Rodrigo en los ultimos ecosonogramas y mi contextura corporal. Siendo esto así, era cuestión de esperar a que el bebé decidiera que ya quería dejar la panza.
Cuando no tienes una fecha planificada de parto, tus días pueden ser tan cortos o tan largos como amanezca tu nivel de angustia. Recuerdo que tuve otra conversación amorosa con Rodrigo en donde le pedí que hicieramos el trabajo esa misma semana, porque mami no quería que le indujeran el parto, además que los niveles de ansiedad de papi en el trabajo eran complicados porque todos los dias debía dejar todo cerrado por si esa noche, era LA noche y ya no regresaba a la oficina sino 14 días después; eso sí, acordé con el bebé que aseguráramos que por lo menos la abuelita llegara esa semana. Para el miércoles 27, ya mi mamá tenía pasaje para el día siguiente y los recuerdos del nacimiento ya habían llegado. Finalmente estábamos preparados.
Ese día al final de la tarde, Gus y yo fuimos al supermercado más cerca de casa a hacer una compra. Ya listos para pagar y, viendo la cantidad de gente en las cajas, le sugiero que nos vayamos a la cola de la cafetería que suele ser más corta. Mientras esperábamos, pedimos un Mockachino para hacer tiempo. Nos entregan el café. En ese momento Gus se va a buscar algo en un pasillo, yo doy el primer trago y de repente siento un "plop" seguido de un agua caliente que empieza a recorrer mis piernas... Pues sí, había roto fuente en pleno supermercado a las 6:30 p.m.! En ese preciso instante estaba literalmente paralizada de la emoción, esperé a que Tavo regresara y le dije: "cielo, acabo de romper fuente". Supongo que fueron los nervios del momento porque lo que atinó a preguntarme fue: "estás segura? no te hiciste número uno?"... Creo que mi cara fue lo totalmente clara como para que me dijera: "deja el carrito y vámonos"... y así lo hicimos (sí, nos fuimos sin pagar el café). Mientras Gus cancelaba el estacionamiento yo fui al baño a chequear que todo estuviera ok con el líquido amniótico. En el interín llamé al obstetra y le conté: "Freddy, rompí fuente", a lo cual me preguntó: "ya tienes contracciones?", "No" respondí. Benditas contracciones! Dos semanas en trabajo de parto y aún, para mi felicidad, no las había sentido. Acordamos que terminaríamos de llegar a la casa, me tomaría un baño y de ahí saldríamos a la clínica (en el curso que les comenté aprendes que no tienes que salir corriendo despavorido).
A partir de este momento Gustavo tomó el control de la situación, cosa que también aprendimos en el curso. Avisó a la familia, aseguró que Fito y Kia no se fuesen a quedar solos en el apartamento y, como le correspondía, empezó a contar el tiempo que transcurría entre mis contracciones. Sí, finalmente aparecieron y vaya que lo hicieron! Cada 5 minutos exactos venían. Que tus contracciones comiencen en intérvalos de 5 minutos quiere decir que íbamos bien avanzados en el proceso (normalmente te indican que cuando estén cada 10 minutos es que sales de casa). Llegamos a la clínica. Me hacen el ingreso, el doctor me revisa y para entonces ya tenía 7 cms de dilatación, eran como las 9 de la noche. Entro a sala de parto y nos colocan monitores a mi y a la panza, para seguir mi ritmo cardíaco y el de Rodrigo durante el parto. Me suministran una dosis pequeña de anestesia, me revisan y ya íbamos por 8 cms. En ese momento el doctor nos dice: "tranquilos que a las 11 p.m. yo estoy en mi casa".
Cuando ya estábamos en Sala de Parto. Última foto oficial con la panza. |
9:30..., 10:00..., 10:30... y yo aún con los 8 cms de dilatación, no había mostrado mayor avance en el trabajo de parto. En ese momento deciden colocarme pitosin para ayudar al proceso de las contracciones y seguidamente pedí que me colocaran más anestesia. Efectivamente el pitosin hizo que las contracciones fuesen más efectivas, pero también más dolorosas. Recuerdo que de fondo escuchábamos Beatles, que habíamos llevado para entretenernos, además que durante el embarazo también los escuchamos bastante y pensamos que sería una buena forma para estar relajados y que Rodrigo se sintiera en "ambiente". Había llegado a los 9 cms!
Aún con una pequeña parte del camino por recorrer, el doctor comienza a revisarme y se da cuenta que tengo una "pelvis platipeloide". Al parecer cuando se tiene ese tipo de pelvis, el bebé debe trabajar un poco más para pasar por el canal de parto. Él intenta hacer algunas maniobras para ayudar a Rodrigo en el camino, cuando de repente se detiene y me pide recostarme del lado izquierdo de mi cuerpo. El ritmo cardíaco de Rodrigo había bajado repentinamente de 150 lpm a 90 lpm, aparentemente porque el cordón umbilical se había aprisionado en algún segmento. El lapso que pasó entre colocarme hacia la izquierda y que los latidos de Rodrigo se regularizaran (que fue bastante rápido), fue el tiempo más aterrador que he vivido, nunca había sentido tanto pánico. Mil ideas pasaron por mi cabeza. Tratando de mantener la cordura y de que el miedo no se apoderara de mi, pues sabía que eso podía afectar significativamente el avance que ya teníamos, saqué fuerzas de no sé donde y logré decirle a Gustavo: "estoy nerviosa". Calmadamente me dijo: "tranquila mi vida que estamos en buenas manos, mira a Freddy él está tranquilo así que está todo bien, confiemos en él". La forma como me habló fue tan segura que respiré profundo y comencé a rezar. Poco a poco mis nervios se fueron apaciguando hasta que, luego de un rato, me vuelven a revisar... había llegado el momento de la verdad... teníamos los 10 cms.
Las contracciones son las que hacen que el bebé pase por el canal de parto y, el pujar lo ayudan a salir al mundo. Cuando estás anestesiada no sientes del todo las contracciones, por lo tanto el proceso de pujar debe ser un poco asistido. Yo utilizaba un monitor que dibujaba cuando se acercaba una contracción. No recuerdo cuántas veces lo hice, sólo sé que en algún momento Gustavo me dijo con voz emocionada: "ya se le ve la cabecita", en ese momento supe que uno más y tendríamos al bebé con nosotros. Pujé con todas mis fuerzas y de repente escuché el sonido más hermoso del mundo, a nuestro Puchito llorando. Era la 01:15 a.m. del 28 de mayo, Rodrigo había nacido, justo el día que cumplía sus 38 semanas.
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Primeras fotos de Rodri recién nacido con mami y papi |
Gustavo me abrazó, me lo colocaron en el pecho, lo besé, le di la bendición y le dije a Tavo: "es peludito", parece hijo de Chewbacca pensé (perdón hijo, sí eras bastante peludito de recién nacido, las fotos no mienten). La neonatólogo lo revisó y se lo llevaron a retén con su papá mientras yo entré a la sala de recuperación. Después de un rato me llevaron a la habitación, Gus me esperaba. A los minutos nos llevaron a Rodrigo al cuarto, pues habíamos solicitado alojamiento conjunto. Finalmente, ya estábamos los tres solitos, como habíamos imaginado que sería... Sintiéndonos, conociéndonos con la mirada, con nuestra esencia, empezando a entendernos... empezando a escribir un nuevo capítulo en esta historia... nuestra historia ahora como papás.
No quiero cerrar este relato sin antes agradecer, primeramente a Dios por permitir que todo fluyese y terminase maravillosamente bien. En segundo lugar al equipo médico y de enfermeras del Centro Médico Docente La Trinidad, en especial a nuestro obstetra Freddy González por brindarnos la confianza suficiente para entregarle lo más sagrado que teníamos hasta entonces, el nacimiento de nuestro hijo. A nuestras familias por acompañarnos virtualmente esa noche, sus oraciones y buenas vibras estuvieron con nosotros siempre y finalmente, pero no menos importante, te agradezco a ti Gustavo por haberte encargado como lo hiciste ese día, por haberme dado la fuerza y la seguridad para seguir cuando más la necesitaba aunque tu alma, como la mía, también pendiera de un hilo en ese momento... fuiste mi roca, mi fortaleza, mi guía. Lo logramos!
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ResponderEliminarHermoso Tere, toda tu historia resumida en esas emotivas líneas dejan entrever ese cúmulo de emociones que representa el ser padres, verás, si corresponde, que todos los hijos que Dios disponga para ustedes, serán tal vez, las mismas emociones pero ya con una madurez de padres no primerizos, pero emociones al fin que nos alimentan el alma y nos hace crecer como padres. Dios los bendiga
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